El uso desmesurado de las redes sociales -que cuentan ya con casi 5.000 millones de usuarios activos en el mundo- se ha convertido en un problema de salud cada vez más importante, afectando sobre todo a jóvenes, que acceden a ellas fundamentalmente a través de los teléfonos móviles inteligentes, teléfonos que a los 13 años tienen el 94% de ellos. Las redes más utilizadas son Facebook, YouTube, WhatsApp, Instagram, WeChat y TikTok, todas con más de mil millones de usuarios.
Hace ya muchos años que diversos estudios indicaban que las redes sociales tenían la capacidad de producir una adicción importante, es decir producir un trastorno del comportamiento, caracterizado, al igual que todas las adicciones, por la necesidad compulsiva e incontrolable de estar conectado a las redes sociales, las cuales adquirieren la máxima prioridad, por encima otras actividades y obligaciones que previamente eran fundamentales, conduciéndolos a una pérdida del control y consecuentemente a repercusiones significativas en la vida diaria.
El hecho de que el acceso a las redes sociales sea gratuito y muy fácil en casi cualquier lugar, y que están diseñadas para actuar en el centro de recompensa del cerebro conduce a que se produzcan conductas dependientes y adictivas, de forma semejante a como lo hacen las drogas, sobre todo en los más jóvenes (muchos de ellos menores de 12-13 años). Conductas que llegan a ser altamente problemáticas, al afectar a la toma de decisiones y al control emocional, ya que la impulsividad a estas edades y la necesidad de reconocimiento social, popularidad y reafirmación de su identidad, aumenta tras la satisfacción de recibir un “Like” o un “me gusta” ante un comentario, foto o historia que se suba a la red, generando cambios neuroquímicos y comportamentales que conducen, en los que son más vulnerables, a la adicción.
Repercusiones del uso excesivo de las Redes Sociales
Esta adicción termina por provocar ansiedad, irritabilidad o estrés ante la necesidad de saber cuántos nuevos «like» ha recibido, pero también frustración en el caso de no recibirlos, que, en casos más graves, cuando reciben comentarios y opiniones negativas y son dependientes de la opinión y aprobación de los demás, o cuando son despreciados, insultados e incluso acosados, pueden llegar a producir grandes alteraciones emocionales y psíquicas. Llegando a tener, casi un 30% de ellos, pensamientos suicidas.
Por otra parte, los niños y jóvenes que están en contacto de forma habitual con dispositivos móviles, tabletas u ordenadores y dedican un gran número de horas a estos dispositivos o a las redes sociales, muestran una menor capacidad de atención, memoria y concentración que los que no lo están, conduciéndolos habitualmente al fracaso escolar. Así mismo, van paulatinamente abandonando otras actividades sociales, aislándose de las personas que les rodean, con pérdida de las habilidades de comunicación interpersonal de forma presencial, y al sentirse inseguros prefieren interactuar a través de las pantallas, lo que termina por producir soledad, desconexión del mundo real y problemas mentales. También se produce frecuentemente disminución de las horas y de la calidad del sueño, miopía, y en muchos casos sedentarismo, obesidad, exposición a contenidos inapropiados o peligrosos, desinformación de la realidad y descenso de la capacidad para el compromiso social y personal.
Manipulación psicológica
En octubre de 2023 ha sido presentada, por los fiscales generales de 41 estados de USA, una demanda contra Meta (empresa matriz de Instagram, Facebook, WhatsApp o Messenger), acusándola de diseñar y desarrollar sus plataformas, de manera consciente e intencionada, con características que manipulan psicológicamente a los niños y les mantienen adictos; contribuyendo así a una crisis de salud mental de los jóvenes. Y también la denuncian por “recopilar información personal de usuarios menores de 13 años de Instagram y Facebook sin obtener primero el consentimiento verificable de los padres”.
Es mediante el desarrollo de programas informáticos de refuerzo variable, algoritmos, contenido efímero, reproducción automática, cuantificación y visualización de ‘Me gusta’ y alertas perturbadoras, como consiguen una mayor atención, sobre todo de los usuarios más jóvenes (cuyos cerebros se están desarrollado y son más vulnerables a este tipo de estímulos manipuladores), ya que estos estímulos, programados secretamente, actúan sobre el centro de recompensa y del placer del sistema nervioso, explotando las vulnerabilidades psicológicas de los usuarios y cultivando una sensación de “miedo a perderse algo” con lo que les inducen a pasar más tiempo conectados a estas redes y plataformas sociales, favoreciendo su uso descontrolado, lo que conduce a daños sobre la salud mental y física, al provocar cuadros de ansiedad, depresión, disminución de su autoestima, trastornos alimenticios, …
Síntomas de la dependencia a las redes sociales
Hay algunos síntomas y signos que alertan de que puede existir un problema de uso problemático o de adicción a las redes sociales, entre ellos caben destacar:
- Intranquilidad o enfado cuando no se tiene el smartphone, no hay acceso a Internet o la red va más lenta de lo normal.
- Consultar frecuentemente o en momentos inadecuados las redes sociales (caminando, en clase, estudiando, …).
- Compartir casi todos los acontecimientos de la vida diaria.
- Ansiedad o nerviosismo cuando no se reciben “likes” (me gusta) o visualizaciones tras subir una foto o una historia.
- Aislamiento y disminución progresiva de la familia y amigos, prefiriendo utilizar las redes para comunicarse, en vez de hacerlo presencialmente.
Para intentar evitar la adicción a las nuevas tecnologías y en especial a las redes sociales puede ser eficaz:
- Determinar y limitar los momentos del día, así como las situaciones y lugares en los que no se utilice el móvil ni se entre en las redes (comidas, en clase, ni haciendo deporte, …).
- Evitar conexiones prolongadas.
- Deshabilitar las notificaciones automáticas.
- No utilizar el móvil ni el ordenador o Tablet antes de acostarse y apagarlo durante toda la noche.
- No compartir los aspectos íntimos de la vida.
- Dejar de seguir o bloquear a las personas que nos crean angustia o malestar.
- Borrar las aplicaciones o abandonar grupos de WhatsApp que nos generen ansiedad o nos quiten mucho tiempo.
Es necesario actuar a nivel legal y sobre todo a nivel familiar y personal para prevenir y evitar los importantes riesgos para la salud y para la sociedad derivados del uso de las redes sociales.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia