El consumo de bebidas alcohólicas durante la gestación es mucho más frecuente de lo que se piensa. Son muchas las mujeres que consumen alcohol estando embarazadas, unas veces porque durante las primeras 4 o 8 semanas no conocen que están embarazadas. Otras veces porque consideran que pequeñas o moderadas ingestas de alcohol son inocuas y no tiene riesgos para el feto y otras veces porque ni se plantean dejar de beber, tal vez pensando que no va a pasar nada o porque tienen una adicción y no son capaces de hacerlo.
En Europa Occidental los trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF) afectan a entre un 2 y un 5% de los nacidos vivos. En Murcia, según los datos de la Unidad de Salud Medioambiental del hospital Virgen de la Arrixaca, han sido diagnosticados 150 casos desde 2009, y consideran que es muy probable que un 10% de los recién nacidos tengan riesgos de algún tipo de trastorno secundario, aunque no sean aparentemente graves, ya que, según sus estudios, en 2009 el 70% de mujeres embarazadas de Murcia consumían bebidas alcohólicas y en la actualidad todavía un 50% beben alcohol en algún momento de la gestación, sobre todo en las primeras semanas, donde muchas no saben aún que están embarazadas.
Cuando una mujer consume bebidas alcohólicas durante el embarazo, el alcohol, que es neurotóxico, pasa al feto a través del cordón umbilical y puede ocasionar una alta variedad de complicaciones. No solo durante el primer trimestre, que es cuando son más graves y se producen las alteraciones faciales, sino que es perjudicial en cualquier fase de la gestación. Eso es debido a que los órganos, y sobre todo el cerebro del bebé, se desarrollan continuamente a lo largo de todo el embarazo, pudiendo producir lesiones y anormalidades muy variables, las cuales se detectan, en ocasiones precozmente, pero también pueden pasar desapercibidas durante años, sobre todo cuando son discapacidades intelectuales, problemas conductuales o del aprendizaje, que cuando se manifiestan ni se llega a pensar que estén relacionadas con el consumo de alcohol durante la gestación y que frecuentemente se confunden y diagnostican como otros síndromes o trastornos.
La complicación más grave que el consumo de alcohol puede producir en el recién nacido, cuando la madre lo toma durante el embarazo, es el síndrome alcohólico fetal, cuyos signos, síntomas y alteraciones típicas más habituales son:
- Anormalidades faciales y del crecimiento: surco naso labial y labio superior lisos, fisuras palpebrales pequeñas, cabeza pequeña, bajo peso corporal y estatura menor a la media.
- Alteraciones neurológicas del sistema nervioso central, entre las que destacan: dificultades para la succión, retraso del habla y del lenguaje, alteraciones del sueño en los bebes y a veces de la visión y audición,
- Alteraciones funcionales del sistema nervioso central: discapacidad intelectual, alteraciones de la atención, de la memoria y del aprendizaje, también de la conducta (rabietas, irritabilidad, …), problemas en el colegio y malas relaciones con otros compañeros.
Muchas veces se piensa que pequeñas cantidades de alcohol no son importantes y no pueden causar alteraciones en el feto, pero no es así, es necesario tener claro que no existe ninguna fase del embarazo en la que sea seguro consumir bebidas alcohólicas, cualquier cantidad y tipo de bebida alcohólica, puede ocasionar riesgos que, aunque no den lugar a un síndrome típico y no causen una anormalidad evidente del crecimiento o del SNC, si pueden producir un trastorno parcial, trastorno que varía de un niño a otro, y que unas veces pueden ser alteraciones físicas que afecten al corazón, a los riñones, a la audición, la visión o a la columna, y otras veces serán problemas de conducta o del aprendizaje (bajo rendimiento escolar, signos de déficit de atención o de hiperactividad, alteraciones conductuales o del comportamiento, etc.). Por eso, aunque no existan alteraciones faciales típicas, en estos casos hay que pensar en este diagnóstico y valorar si ha existido exposición previa de la madre al alcohol durante el embarazo.
El diagnóstico no es fácil, ya que no existe una prueba, ni ningún signo claramente indicativo que determine fehacientemente que un recién nacido o un niño padece un trastorno parcial del espectro alcohólico fetal. Pero pensar en esta posibilidad es muy importante, porque, aunque actualmente no existe ningún tratamiento para curar este trastorno, si se identifica de manera precoz, sí hay tratamientos que pueden favorecer que estos niños no sufran un deterioro significativo y se desarrollen de manera integrada en la sociedad. Entre ellos, además de realizar una intervención temprana para atender a los problemas orgánicos de salud (visión, audición, corazón, etc.), prevenir algunas discapacidades secundarias o ayudar con los problemas de aprendizaje y de comportamiento, es fundamental informar y entrenar a los padres, de manera que entiendan los problemas de sus hijos y no crean que estos son fruto de una mala conducta, o de una educación mal orientada, sino que son debidos a los daños neurológicos que se produjeron durante el desarrollo fetal como consecuencia de la ingesta de alcohol.
Son necesarias más campañas de concienciación para evitar el consumo de bebidas alcohólicas por las embarazadas, incluso por las mujeres que deseen quedar embarazadas, ya que así se evitará que consuman esta sustancia en las primeras semanas, cuando aún no conocen su estado gestante, y así prevenir completamente el riesgo de un trastorno del espectro alcohólico fetal.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia