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DÍA MUNDIAL SIN TABACO. Tabaquismo: Riesgos, daños y opciones de mejora

El día 31 de mayo de 2024 se celebra el día mundial sin tabaco, con el lema: «Proteger a niños y niñas de la interferencia de la industria tabacalera»

Proteger a nuestros menores del consumo de tabaco es fundamental, pero hay que hacerlo de verdad, por lo que no basta con poner el foco en las tácticas publicitarias de las tabacaleras. En el mundo existen alrededor de 37 millones de jóvenes de entre 13 y 15 años que consumen tabaco, pero existen unos 700 millones de niños, que respiran el humo de tabaco y no porque ellos fumen, sino porque viven en entornos contaminados por el humo del tabaco de los casi 1.300 millones de fumadores que hay en el mundo. A todos ellos también hay que protegerlos.

No podemos olvidar que el tabaquismo es el mayor problema de salud pública que se puede prevenir. Todos los años mueren en el mundo 8.700.000 personas por culpa de las múltiples enfermedades derivadas de inhalar el humo del tabaco, humo que contiene más de 7.000 contaminantes (más de 70 son carcinógenos) y que afecta también a los fumadores pasivos.  De hecho, todos los años mueren 1.300.000 de no fumadores que inhalan el humo ajeno.

Además de estas repercusiones atribuibles al humo del tabaco, el tabaco es responsable de importantes repercusiones medioambientales ya que para su cultivo se ocupan 5,3 millones de hectáreas de tierras agrícolas y urbanas, se desforestan 200.000 ha y se usan pesticidas y fertilizantes de forma incontrolada. Además, en el proceso de producción (curado, fabricación, envasados y distribución) se genera una enorme huella de carbono que contribuye al efecto invernadero. Y cada año se tiran miles de millones de envases y alrededor de 4.5 billones de colillas que, además de producir incendios forestales, liberan sustancias químicas tóxicas que tardan años en descomponerse y contaminan millones de m3 de aguas.

A pesar de estos daños y de las campañas preventivas y de cesación realizadas en estos últimos 15 años, la prevalencia de fumadores en el mundo solamente se ha reducido un 3%, y se calcula que fuman alrededor de 1.300 millones de personas. En España, en 2021 seguían fumando el 22,1% de los mayores de 14 años, el 33,1% de la población de entre 15 y 65 años, más que en el año 2008 (32,8%). Lo que indica que si se quiere mejorar hay que tomar, de una vez, las medidas que han demostrado ser eficaces.

Entre estas medidas cabe destacar:

A nivel preventivo:

  • Aumentar los precios de los productos de tabaco de combustión. Es la medida más eficaz y rentable para reducir el consumo de tabaco, pues los hace menos asequibles, desalienta el inicio y fomenta el abandono. En el plan integral de prevención del tabaquismo recién aprobado en España, de momento no se acepta la medida.
  • Ampliar los espacios sin humo en terrazas, estadios, playas, coches, etc., y sobre todo donde haya niños
  • Empaquetado de tabaco estandarizado, sin marcas, eliminando así el plus de glamour y “clase”.
  • Prohibir la publicidad y exhibición del tabaco y productos de tabaco en los espacios públicos y también en películas, redes sociales y streaming.
  • Dejar de subvencionar el cultivo de tabaco. En 2023 el Plan Estratégico de la Política Agraria Comunitaria subvencionó con 1460 euros cada hectárea de cultivo (aproximadamente 22 millones de euros en España).
  • Realizar campañas a gran escala y sostenidas en los medios de comunicación. Previenen el inicio e inducen a millones de personas a dejar de fumar.

A nivel asistencial:

  • Aumentar los programas de formación para los profesionales sanitarios.
  • Fomentar, financiar y facilitar el acceso a los tratamientos para dejar de fumar.
  • Dotar con recursos económicos y de personal a los equipos de Atención Primaria, incorporando a la cartera de servicios el tratamiento del tabaquismo, al mismo nivel que otras enfermedades crónicas, como la hipertensión o las diabetes.

Estas son las medidas fundamentales para tener éxito, pero no podemos olvidar que existen un 50-60% de fumadores que no quieren o no consiguen dejar de fumar. A ellos, hasta ahora, se les ha ignorado o se le dice que mediten y vuelvan cuando estén preparados y dispuestos.

Si hacemos lo mismo, ocurrirá lo mismo. Por ello, con estos fumadores, podemos y debemos, como hacemos en todas las enfermedades, DISMINUIR LOS DAÑOS.

En este sentido, los cigarrillos electrónicos son una alternativa mucho menos peligrosa, pues contienen entre un 95 y un 99% menos de componentes tóxicos que el tabaco y suponen una importante opción de mejora para millones de fumadores y, han demostrado su eficacia en los países donde se están utilizando, como Suecia, Reino Unido, Japón o Nueva Zelanda. Países en los que está disminuyendo significativamente la incidencia de las enfermedades producidas por el tabaco (EPOC, cáncer de pulmón y enfermedades isquémicas cardiovasculares), y también la prevalencia del tabaquismo. Prevalencia que en Suecia es del 5%, la más baja de Europa, y en Reino Unido del 12%, cinco puntos menos que en 2017.

A pesar de estos logros, existe en España y otros países, un debate muy visceral en contra de todos estos dispositivos, obviando las evidencias científicas y que los problemas de salud surgen al quemar el tabaco, no por vapear o consumir nicotina. Por lo que es un inmenso error considerarlos igual de perjudiciales que los cigarrillos convencionales, a la vez que se mantiene  silencio, durante años, ante la ausencia de medidas que ya han demostrado su eficacia, en particular la subida del precio del tabaco, el aumento de espacios sin humo o dejar de subvencionar el cultivo de tabaco.

Es cierto que los cigarrillos electrónicos y vapers no son completamente inocuos. Contienen nicotina y otras sustancias que se inhalan al vapear y que pueden dañar la salud. Es cierto que no son una opción para que la utilicen los jóvenes y los no fumadores. Es cierto que la industria, ya sea la alcoholera o la tabaquera, tienen un objetivo y es ganar dinero. Pero todo eso no justifica que se desprecien y demonicen estas opciones que pueden salvar la vida de millones de personas.

Existe una realidad indiscutible. El enemigo es el tabaco y contra él se deben implementar todas las medidas que han demostrado científicamente su eficacia. La carga que suponen las enfermedades relacionadas con el tabaco es demasiado grande como para ignorar que los cigarrillos electrónicos y los productos de calentamiento de tabaco son alternativas menos nocivas para la salud en las personas que no pueden o no quieren dejar de fumar tabaco.

Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia

Adicciones, Tabaco, Tabaquismo

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