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La realidad sobre los cigarrillos electrónicos a día de hoy

Comentario sobre el artículo publicado en el periódico elDiario.es el día 21 de Octubre de 2020. Puede leer el artículo completo en el siguiente enlace.

Sin el deseo de polemizar ni entrar en discusiones estériles, ya que no soy un defensor a ultranza de los cigarrillos electrónicos ni tengo interés personal alguno, como médico que me dedico al tratamiento del tabaquismo, me llama la atención la focalización existente en España en contra de los dispositivos liberadores de nicotina, vapeadores y cigarrillos electrónicos sin combustión, a través de frecuentes comunicaciones, declaraciones e incluso en campañas de publicidad, en las que además de equipararlos entre sí y al tabaco convencional, se generalizan los riesgos de su uso.

Comunicaciones en las que, en ocasiones, me parece que existe una utilización confusa de los datos científicos y en las que echo en falta un mayor rigor científico. Sobre todo cuando tengo la sensación de que se seleccionan únicamente algunos informes en contra de los cigarrillos electrónicos, ignorando otros estudios de entidades y científicos relevantes, que indican una eficacia, en ocasiones alta, para facilitar el abandono del tabaco y sobre todo para disminuir los daños y riesgos de su uso, en particular en fumadores que no quieren, no pueden o no consiguen dejar de fumar.

No nos equivoquemos: Tampoco del cigarrillo electrónico es bueno

Es cierto que estos dispositivos no son completamente inocuos y que aún faltan bastantes estudios científicos para conocer en detalle y de forma fehaciente el nivel de los riesgos de usarlos. Es verdad que al utilizarlos se absorben algunos metales pesados y sustancias potencialmente peligrosas para la salud, aunque científicamente está comprobado que en cantidades muy inferiores a las existentes en los cigarrillos convencionales.

También parece claro que en los jóvenes pueden ser una puerta de entrada para fumar tabaco. Pero me parece tendencioso cuando se les considera responsables, el año pasado en EE.UU., de una serie de lesiones pulmonares asociadas al uso de cigarrillos electrónicos, sin clarificar de forma evidente que estas lesiones fueron producidas por el vapeo de derivados del cannabis, con líquidos a los que se les añadió vitamina E en el mercado negro o marginal, y en ningún caso fueron causadas por el uso normal de cigarrillos electrónicos dispensadores de nicotina, que son de los que aquí se habla.

Así mismo, el hecho de que las tabacaleras estén detrás de la comercialización de estos cigarrillos electrónicos genera inseguridad y desconfianza.

Lo que sí es claro: El enemigo real para la salud es el tabaco

En mi opinión, aun denunciando y aclarando cualquiera de estas realidades, lo que está demostrado y es una realidad incontestable es que el enemigo real para la salud es el tabaco, responsable de más de 8 millones de muertes en el mundo, más de 60.000 en España, durante el año 2019. Y en nuestro país el consumo de tabaco convencional, lejos de disminuir, está aumentando.

En la última encuesta sobre Alcohol y otras Drogas en España (EDADES) 2017-2018 consta que el 40,9% ha fumado tabaco en el último año, respecto al 40,2% en 2015. Cifras muy alejadas de la que hay en los países más avanzados de nuestro entorno, que presentan una prevalencia que oscila entre el 5 y el 20%.

Evidentemente, cualquier persona, cada Sociedad u Organismo puede decidir sus objetivos y hacia dónde dirigir sus esfuerzos y comentarios, pero a la luz de estos resultados considero que si lo que se busca es eficacia para disminuir la lacra del tabaquismo, poner al mismo nivel los cigarrillos electrónicos y el tabaco convencional, es como mínimo un error que en nada ayuda a que los fumadores abandonen el tabaco y, además, distrae, dispersa los esfuerzos y aumenta la confusión.

Para bien o para mal, los cigarrillos electrónicos han venido para quedarse y lo mejor es regular su uso, prohibiendo su publicidad, impidiendo la venta de líquidos con sabores o con aditivos peligrosos, aumentando la investigación científica para conocer con certeza absoluta sus riesgos y sus bondades. Pero, sobre todo, hay que insistir en el desarrollo e implementación de las muchas medidas y opciones de mejora posibles en la lucha contra el tabaquismo.

La OMS las recomienda y muchos países las han puesto en práctica con buenos resultados, entre ellas, cómo  ya mencionaba en un artículo anterior, son determinantes: la prohibición de la publicidad; la elevación de impuestos y precio de las diferentes labores del tabaco; ampliar los espacios sin humo de tabaco para proteger a los no fumadores, prohibiendo fumar en coches, recintos deportivos y sitios al aire libre en los que se concentran personas; obligar al empaquetado y etiquetado genérico; realizar periódicamente campañas publicitarias para fomentar el abandono del tabaco y aumentar la oferta de los tratamientos, como ya ha empezado a hacerse, generalizando la financiación y el acceso a ellos en el Sistema Nacional de Salud.

Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia

Adicciones, cigarrillos electrónicos, Sustancias, Tabaco, Tabaquismo, vapeadores, vapeo

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