Los hipnosedantes son un grupo de sustancias con efectos ansiolíticos como el Loracepam, Bromacepam o Alprazolam; hipnóticos: Lormetacepam, Zolpidem, y sedantes, relajantes musculares o anticonvulsivantes: Diacepam y Clonacepam. Millones de españoles son consumidores habituales de ellos.
En los últimos años se ha producido un gran aumento de la utilización de estos fármacos como tratamiento del estrés y del insomnio, y también para otros muchos problemas emocionales y de la vida cotidiana, muchas veces menores, pero que en vez de afrontarlos mediante modificaciones conductuales y otras técnicas, rápidamente recurrimos al uso de fármacos sin considerar los riesgos, repercusiones y perjuicios que su consumo conlleva.
Los hipnosedantes no son inocuos, al contrario, son responsables de múltiples problemas, en particular cuando se consumen de forma habitual o en adultos mayores, ya que pueden dificultar la capacidad de memoria y de concentración, producir confusión mental, falta de coordinación motora y visión borrosa, provocando consecuentemente riesgo de caídas en personas mayores y disminución de la capacidad para conducir. Además aumentan el deterioro cognitivo y la aparición más precoz de demencia. Así mismo producen reducción de los niveles de oxígeno en la sangre, por depresión respiratoria, sobre todo, en pacientes con enfermedad pulmonar y, en muchos casos disfunción sexual e impotencia, sin olvidar las intoxicaciones y sobredosis, sobre todo, cuando se mezclan con bebidas alcohólicas u otras drogas sedantes.
Los sedantes e hipnóticos tienen una alta capacidad para producir dependencia, lo que impide que se abandonen fácilmente, ya sea porque se producen síntomas de abstinencia o por el efecto rebote al suprimir su consumo, que conduce a mayor ansiedad, insomnio, temblor e irritabilidad. También su alta capacidad de producir tolerancia genera con frecuencia aumento progresivo de la dosis y finalmente adicción.
En 2015, último año del que disponemos datos estadísticos, 544.000 personas iniciaron el consumo de hipnosedantes, siendo la incidencia mayor en las mujeres que en los hombres (178.000 y 366.000 personas, respectivamente). El 18,7% de la población española de 15 a 64 años confirma haberlos consumido alguna vez en su vida, 10 puntos más que en 2007, y el 12% los han consumido durante los últimos 12 meses, ya sea de forma habitual u ocasional, siendo la prevalencia del consumo diario del 6% de la población, el doble que en 2007. En términos de edad el consumo de estos fármacos aumenta conforme se incrementa esta, la mayor incidencia se encuentra en el segmento de 45 a 54 años. (INFORME 2017 del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones).
La prevalencia de un posible consumo problemático de hipnosedantes entre el total de la población española de 15 a 64 años se sitúa en el 2,5% (2% en hombres y 3% en mujeres). En hombres, la prevalencia de consumo problemático alcanza las cifras más elevadas entre los 45 y los 54 años (3,1%) y desciende a partir de esta edad. Sin embargo, en mujeres la prevalencia aumenta progresivamente con la edad hasta alcanzar el valor más alto en el grupo de 55 a 64 años (4,8%).
Por todo ello, los sedantes e hipnóticos sólo deberían utilizarse brevemente (pocos días) y siempre bajo prescripción y control médico, pues aunque son fármacos de elevada eficacia y seguridad clínica, sus riesgos cuando el consumo es prolongado, son muy importantes, en especial en las personas de mayor edad y el abandono difícil y complicado, precisando ayuda especializada para disminuir los riesgos y tener una mayor eficacia.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia