Según el informe Mundial de Drogas de la ONU de 2020, existen en el mundo alrededor de 2300 millones de personas consumidoras de bebidas alcohólicas, siendo su consumo el 7º factor de riesgo de muerte y de discapacidad.
En España, desde hace decenas de años, el alcohol es la sustancia psicoactiva consumida con mayor prevalencia entre los jóvenes escolares de 14 a 18 años. En 2021, el 73,9% de estos jóvenes reconocen haber consumido bebidas alcohólicas alguna vez en su vida; el 70,5% lo ha hecho en el último año y el 53,6% en el último mes; cifras muy similares a las publicadas en los últimos 12 años y eso a pesar de que desde 2020, con la pandemia de la Covid19 y las restricciones derivadas de ella, han disminuido de forma significativa las fiestas y las opciones de consumo.
¿Cuándo se inician los jóvenes en el consumo de alcohol?
El inicio del consumo de alcohol entre los estudiantes de enseñanzas medias se sitúa en los 13,7 años, que lo consideran como la sustancia menos peligrosa, incluso piensan que tomar una o dos cañas o copas diarias es de poco riesgo, y no creen que consumir cuatro o cinco copas durante los fines de semana pueda ocasionar problemas de salud.
Tal vez por ello 6 de cada 10 adolescentes se han emborrachado alguna vez en su vida y más de la mitad de los que han consumido bebidas alcohólicas en los últimos 30 días lo han hecho en «atracón” (consumo intenso en un breve espacio de tiempo). Así mismo, el 41% afirman haber realizado botellón en el último año, fundamentalmente durante los fines de semana o en fiestas.
Por otra parte, el número de chicas que consumen alcohol y se emborrachan es superior que el de chicos; siendo la obtención de bebidas alcohólicas muy fácil, sobre todo en supermercados, tiendas de barrio o a través de amigos mayores.
¿Es tan inocuo como creen los jóvenes?
A pesar de esta sensación de inocuidad, el consumo de bebidas alcohólicas a edades tan precoces tiene elevados riesgos para la salud.
Entre otros muchos, está demostrado que causa daño cerebral en adolescentes, daño que puede ser irreversible, pues a esa edad el cerebro está en un proceso madurativo que no se completa hasta los 22-24 años, siendo especialmente vulnerables la corteza cerebral prefrontal y los circuitos que intervienen en las funciones ejecutivas, el razonamiento y el control conductual, por ello pudiendo causar problemas cognitivos o de aprendizaje, pero sobre todo en la madurez psicosocial, dificultando la toma de decisiones y el manejo de muchas situaciones de riesgo.
Como demuestra que tras la ingesta de alcohol un 26,1% de los jóvenes han tenido comportamientos violentos; un 13,3% tienen relaciones sexuales de las que se arrepienten y un 28,7% sin preservativo, con el riesgo de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual; un 47,7% tienen pérdidas lacunares de memoria, sin recordar lo realizado durante un espacio de tiempo; un 37,6% han repetido curso alguna vez y la mayoría, un 77,5 %, tienen síntomas de resaca al día siguiente. Habiendo viajado como pasajeros con conductores bajo los efectos del alcohol un 17,2%.
Además, durante la intoxicación aguda aumenta el riesgo de agresión física y sexual, también la violencia de género o el consumo de otras drogas.
Así mismo, el consumo de alcohol a estas edades, en particular antes de los 15 años, aumenta las posibilidades de desarrollar en la edad adulta un consumo problemático o adictivo.
¿Por qué se inician los jóvenes tan pronto en el consumo de alcohol?
Los motivos por los que los jóvenes se inician en el consumo de alcohol son muy variados, destacando la alta permisividad social y familiar existente para su consumo y los hábitos del grupo que actúan como factor detonante para los primeros consumos, generalmente como forma de integración o de sentirse “adultos”.
Posteriormente el consumo se mantiene por los efectos desinhibidores y placenteros que produce o también como medio de superar su inseguridad o para evadirse de estados de ansiedad o depresión.
En algunos casos el consumo se asocia a la creencia de que el alcohol mejora las relaciones sexuales, aunque frecuentemente las perjudica e incluso se asocia a impotencia o dificultad para alcanzar el orgasmo.
Por otro lado, aquellos niños que viven en entornos familiares desestructurados o que sufren violencia física / psíquica y los que se desarrollan en una familia con falta de cariño, tienen más riesgo de tener consumo de bebidas alcohólicas de forma intensiva o problemática.
También favorece este tipo de consumo el que los padres consuman alcohol habitualmente y sean tolerantes con el consumo de bebidas alcohólicas por sus hijos.
En cambio, actúan como factores protectores la existencia de un entorno familiar y de amigos más cercanos exento de consumo de drogas, una buena comunicación interpersonal en la familia, padres que comparten tiempo y juegos con sus hijos, que manifiestan el cariño, ponen límites claros y conocen a los amigos con los que se relacionan y las actividades que realizan.
Todo ello facilita y contribuye al desarrollo de adolescentes seguros de sí mismos, responsables y comprometidos, capaces de dirigir su vida y enfrentarse a la presión de grupo o a la necesidad de beber alcohol para ser aceptados.
Dr. García Basterrechea
Doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia
Especialista en Medicina Interna por la Universidad de Murcia