Son diferentes y en ocasiones es necesario combinar ambos tratamientos.
La Comunidad Terapéutica es un recurso de tratamiento destinado a un abordaje intensivo de la drogodependencia en un entorno libre de drogas, en la que se adquieran hábitos de vida saludables y habilidades sociales que les ayuden a reestructurar los estilos de vida irregulares y desordenados que caracterizan su vida durante los periodos de consumo activo. Para una adecuada reinserción posterior en su entorno vital y que la Comunidad Terapéutica cumpla su objetivo se necesitan periodos largos de internamiento, aproximadamente entre 6 y 11 meses. A mayor tiempo de estancia, resultados significativamente mejores, aunque es frecuente que el internamiento en este tipo de recurso no sea plenamente eficaz para resolver del todo el problema, pero en cualquier caso sí es una manera de aislamiento, que facilita largos periodos de descanso en el consumo, en aquellos pacientes que a nivel ambulatorio son incapaces de parar y que en fases posteriores podrán avanzar hasta abandonar de forma definitiva el consumo.
La mayor desventaja de este tipo de recurso es el elevado coste económico, generalmente muy alto y también, que en ocasiones las comunidades están muy masificadas y los tratamientos carecen de la necesaria actividad personalizada que complemente las acciones globales de grupo. Además, el prolongado proceso de ingreso y consecuente distanciamiento del entorno habitual, genera con frecuencia una falsa sensación de seguridad y cuando el paciente vuelve a su domicilio a realizar la vida previa al ingreso es habitual que reinicie el consumo y se produzca una recaída.
Los tratamientos ambulatorios, mucho más económicos, permiten que el paciente no se aleje de su entorno vital y pueda mantener el trabajo. Son eficaces siempre que se organicen en diferentes fases muy estructuradas, que no siempre los pacientes están dispuestos a realizar, por las restricciones y limitaciones que son necesarias para ser realmente útiles y obtener el éxito deseado: la abstinencia. Inicialmente es necesaria una fase de “aislamiento” intenso que permita “parar” el consumo y que facilite la desintoxicación; aislamiento que progresivamente va disminuyendo, pero siempre con modificaciones de los estilos de vida del paciente, de manera que se eviten o al menos disminuyan significativamente las situaciones de riesgo de consumo, permitiendo así la deshabituación, normalización e integración social de su vida sin recaer en el consumo.